La doctrina de que las autoridades de recopilan datos sensibles y privados de los ciudadanos en estos momentos parece ser “sus datos privados pueden ser útiles para nosotros, y por lo tanto, vamos a tomarlo por la fuerza”. Desde las escuchas telefónicas generales a la retención de datos para reconocimiento facial para el seguimiento en masa de los individuos, el mismo patrón es evidente: las personas que demandan su derecho a la privacidad serán tratadas como delincuentes que están obstruyendo la justicia por ese simple hecho.
Por experiencia, sabemos que todos los datos pueden ser filtrados. En serio, si los Estados Unidos de América no pueden proteger su ropa sucia de fugas a través de Wikileaks, usted puede apostar que ninguna autoridad gubernamental en el mundo será capaz de – o tendrán el cuidado de – proteger los datos que están recogiendo sobre usted a cada minuto.
Con quien habla, y con que frecuencia. Cómo se mueve por la ciudad. Cuando descansa, en que trabaja, donde duerme. Sus preferencias y hábitos de citas. Opiniones políticas. Los periódicos que lee. Cuales artículos, en que orden, y por cuanto tiempo.
Nunca en la historia las autoridades tanta curiosidad por la gente que se supone que es para quien trabaja, y se han llevado tanta información de ellos por la fuerza. La doctrina es evidente: “Sus datos personales pueden ser útiles para nosotros, por lo tanto, vamos a tomarlo por la fuerza, a quién le importa si usted está incomodado por que nosotros escarbemos sobre sus hábitos en profundidad”.
Permítanme ilustrar el nivel de “inconvenientes” que la historia nos enseña sobre este agudo reality del fin del día:
Los Países Bajos guaardaban en sus registros públicos la religión de la gente. La intención era noble, como siempre: hacer el seguimiento de la cantidad de Judios, católicos y protestantes que había en una ciudad y en sus diferentes barrios, para ser capaces de hacer planes para una cantidad apropiada de sinagogas, iglesias protestantes e iglesias católicas, su proporción entre sí, y así sucesivamente.
Entonces, llegó la Segunda Guerra Mundial.
Casi no había judios en absoluto en los Países Bajos después de la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo a Wikipedia, sobrevivieron menos del 10% (14.346, en comparación con una población anterior de 154.887). Pues resulta, que era muy conveniente para la nueva…administración tener acceso a los datos recogidos, y utilizarlos efectivamente en contra de los ciudadanos, como es siempre al final.
Oí un nuevo término en mis discusiones políticas de esta semana: el genocidio resiste a la tarjeta de identidad. Fue en mis conversaciones con @leashless acerca de las políticas de defensa, y cómo los peores genocidios siempre están realizados fuera de los registros públicos. El genocidio en Ruanda es otro ejemplo de esto. Si la gente puede hacer esto sólo por los detalles sobre su identidad, ¿con cuánta precisión podrá será un blanco en el futuro?
Imaginemos que las autoridades tengan acceso a sus movimientos diarios, todo lo que ha dicho y con todo el mundo con el que haya hablado durante el último par de años. (Lo hacen, o están tratando de tener ese acceso.) ¿Cómo sería un hipotético futuro … la administración … será capaz de utilizar esto en su contra? ¿Podría concebirse que vean algún patrón?
Ya sabes, no importa si no has roto una sola ley. Lo que importa es cómo se interpretan tus datos.
Tal vez has logrado mantener tu secreto de tu amante de todo el mundo. Bueno, todos, excepto a las autoridades que lo saben, por supuesto. ¿Qué pasará después?
Tal vez has descubierto en un pequeño pub a la albóndiga de reno más deliciosa del mundo en tu camino a casa desde el trabajo. ¿Qué sucede cuando el Departamento de Transporte descubre que con frecuencia parás en un bar en tu camino a casa desde el trabajo y luego seguís en coche el resto del camino a casa?
Tal vez estás ayudando a tu abuela con sus compras semanales todos los viernes por la noche. ¿Qué sucede cuando las autoridades sociales te ven parado durante horas en la calle principal de la prostitución todos los viernes a la noche – y ellos no saben (o le prestan atención) a que tu abuela vive ahí?
Matemáticamente, hacemos la siguiente observación: No hay datos de los ciudadanos que se tiren, ni hay cada vez menos datos recogidos, y hay una posibilidad diferente de cero de que estos datos sean terriblemente usados en contra de los ciudadanos por las autoridades que se supone que trabajan para ellos. Puesto que hay una posibilidad diferente de cero y no decreciente, con el tiempo sucederá, con certeza matemática.
Esta doctrina de la recopilación de datos se centró en que su utilidad tiene que cambiar, por supuesto. Con urgencia. Se necesita cambiar a algo como esto:
“Cualquier dato recogidos debe asumirse como posible a filtrarse y a ser usado en contra del ciudadano de la peor manera imaginable. Si esta peor manera imaginable, no es aceptable en una sociedad democrática, entonces no se pueden recopilar datos en primer lugar. “
Después de todo, es prudente que exijamos nuestras sitee intimidades: del cuerpo, de la correspondencia, de los datos, de la economía, de la identidad, de la ubicación y del territorio.
La semana próxima, el parlamento sueco vota la posibilidad de introducir la violatoria Directiva sobre conservación de datos en Suecia. Hoy en día, hubo manifestaciones en toda Suecia exigiendo nuestro derecho a la privacidad. Se trata de una demanda más que razonable.