En El Reino Unido, Irás a la Cárcel No Sólo Por Cifrado, Pero Por Ruido Astronómico También

Hubo algo de sorpresa en los comentarios del post de ayer sobre el hecho de que el Reino Unido ha efectivamente ilegalizado el cifrado: el Reino Unido enviará a sus usuarios a la cárcel por hasta cinco años si no pueden proveer la clave para un conjunto de datos cifrados.

En primer lugar, referencias – la ley está aquí. Serás enviado a la cárcel por negarte a dar las claves de cifrado, sin importar si las tienes o no. Cinco años de cárcel si es una investigación sobre terrorismo (o pornografía infantil, aparentemente), dos años en los demás casos. Es fascinante – hay cuatro excusas que siguen volviendo para cada desmantelación de la democracia. Son terrorismo, pornografía infantil, compartir archivos y crimen organizado. No puedes luchar contra ellas desmantelando las libertades civiles – simplemente son usadas como excusas convenientes.

Sabíamos que este era el próximo paso en el juego de gato-y-ratón sobre la privacidad, ¿no es así? Comienza con el gobierno creyendo que tienen el derecho a interferir cualquiera de tus siete privacidades si así lo desean y lo encuentran conveniente. El próximo paso, por supuesto, es que los ciudadanos se protejan del espionaje – al punto de que algún burócrata confunda la capacidad del gobierno de espiar las vidas de los ciudadanos con un derecho a espiar las vidas de los ciudadanos en cualquier momento, y crear duras penas para cualquier ciudadano que trate de mantener una hilacha de su privacidad. Esto no es un escenario remotamente distópico; como podemos ver, esto ya ha ocurrido en el Reino Unido.

Pero es peor que eso. Mucho peor. No serás enviado a la cárcel por negarte a dar las claves de cifrado. Serás enviado a la cárcel por no poder desbloquear algo que la policía piensa que está cifrado. Sí, aquí es donde se nos ponen los pelos de punta: si has grabado un archivo con ruido de radio del telescopio local que usas para la generación de números aleatorios, y la policía te pide que des la clave de cifrado para mostrarles los tres documentos dentro del contenedor cifrado que parece ser tu ruido de radio, irás a la cárcel por hasta cinco años por tu incapacidad de proveer los documentos imaginados.

falkvinge@fraka:/home$ ls -la
drwxr-xr-x  5 root root        4096 2011-12-06 01:21 .
drwxr-xr-x 22 root root        4096 2012-04-23 12:22 ..
-rw----r--  1 root root 34359738368 2012-07-12 10:51 narrowbandnoise-32.raw

¿Un archivo de ruido de 32 gigabytes, o datos cifrados? Sólo puede ser lo último

Pero espera – se pone aún peor

El próximo paso en el juego de gato-y-ratón sobre la privacidad es usar métodos esteganográficos para ocultar el hecho de que algo está cifrado. Puedes fácilmente esconder mensajes largos en fotos de alta resolución hoy en día, sólo por poner un ejemplo: no parecerá que contienen un mensaje cifrado en primer lugar, pero sólo parecerán fotos comunes hasta que sean decodificadas y descifradas con la clave correcta. Pero por supuesto, el gobierno y la policía están al tanto de los métodos esteganográficos, y sabrán que cualquier conjunto de datos que parezca inocente puede ser usado como contenedor para datos cifrados.

Entonces ¿imaginas tu reacción cuando la policía confisque tu colección completa de fotos de vacaciones, afirmando que tus fotos de vacaciones contienen mensajes cifrados ocultos (lo cual no es verdad), y te envíe a la cárcel por cinco años por ser incapaz de proveer la clave de descifrado?

Esto no es algún sueño distópico. Esta ley ya existe en el Reino Unido – y la situación anterior de las fotos de vacaciones, si bien está en un extremo lejano de la escala, es posible. Y el problema filosófico básico es más grande que el daño colateral descrito: el gobierno te enviará a la cárcel para salvaguardar cualquier confianza puesta en ti.

Rick Falkvinge

Rick is the founder of the first Pirate Party and a low-altitude motorcycle pilot. He lives on Alexanderplatz in Berlin, Germany, roasts his own coffee, and as of right now (2019-2020) is taking a little break.
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