De vez en cuando, oyes el argumento “Si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer”, usado para justificar vigilancia creciente e invasiva. Este argumento no es sólo peligroso, pero deshonesto y cobarde también
En los comentarios del artículo de ayer acerca del registro de ADN de Suecia, algunos expresaron el argumento de “nada que ocultar” – que la eficiencia del cumplimiento de la ley debería ser siempre un factor de mayor importancia en la construcción de cualquier sociedad, generalmente expresado como “si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer”. Esta es una forma de pensar muy peligrosa. El argumento es frecuentemente planteado en los debates por halcones pro-gran hermano, y hacerlo es peligroso, cobarde y deshonesto.
Hay al menos cuatro buenas razones para rechazar este argumento sólida e inflexiblemente: las reglas pueden cambiar, no eres tú quien determina si eres culpable, las leyes deben ser rotas para que la sociedad progrese, y la privacidad es una necesidad humana básica.
Mirémoslas en detalle. Van de menos importante y más obvia a menos obvia y más importante.
Uno – Las reglas pueden cambiar: una vez que la vigilancia invasiva está implementada para hacer cumplir reglas con las cuales estás de acuerdo, el conjunto de reglas que se está haciendo cumplir podría cambiar en formas con las cuales no estás de acuerdo en absoluto – pero entonces, es demasiado tarde para protestar por la vigilancia. Por ejemplo, podrías estar de acuerdo en colocar cámaras en todos los hogares para prevenir la violencia doméstica (“y sólo la violencia doméstica”) – pero al día siguiente, una nueva fuerza política en el poder podría decidir que la homosexualidad será de nuevo ilegal, y usarán las cámaras hogareñas existentes para hacer cumplir sus nuevas reglas. Cualquier vigilancia debe ser considerada en términos de cómo puede ser abusada por un poder peor que el existente hoy en día.
Dos – No eres tú quien determina si tienes algo que temer: podrías considerarte a ti mismo como alguien correcto, blanco como la nieve, y no importará un ápice. Lo que importa es si has activado las banderas rojas en la vigilancia, mayormente automatizada, donde los burócratas miran tu vida con detalle microscópico a través de un largo tubo de papel para buscar patrones. Cuando detienes tu auto en la principal calle de prostitución por dos horas cada noche de viernes, la Autoridad de Servicios Sociales llegará a ciertas conclusiones en base a ese punto de datos, y no le importará el hecho de que ayudas a tu anciana abuela – quien vive allí – con sus compras semanales. Cuando frecuentemente te detienes en un determinado bar mientras conduces camino a casa desde el trabajo, el Departamento de Licencias de Conducir llegará a ciertas conclusiones respecto de tu elegibilidad para futuras licencias de conducir – sin importar el hecho de que piensas que sirven las mejores albóndigas de reno en ese bar y nunca has pedido ni una cerveza allí. La gente deja de pensar en términos de lo que es legal y empieza a auto-censurarse para evitar ser marcado, sólo por pura supervivencia. (No importa si alguien correcto podría posiblemente y eventualmente ser absuelto – luego de haber sido investigado por seis meses, habrás perdido la custodia de tus hijos, tu trabajo y posiblemente tu casa.)
Dos y medio – El punto dos asume que la vigilancia incluso tiene datos correctos, lo cual fue probado una y otra vez que frecuentemente no es así.
Tres – Las leyes deben ser rotas para que la sociedad progrese: una sociedad que puede hacer cumplir todas sus leyes, quedará paralizada. La forma de pensar de “atrapar a los criminales es bueno para la sociedad” es una muy peligrosa, porque, en retrospectiva, puede resultar que los criminales eran los moralmente correctos. Hace menos de una vida humana, si nacías homosexual, eras un criminal desde tu nacimiento. Si el nivel de vigilancia de hoy en día hubiera existido en la década de 1950 o los 60, los grupos de lobby para la igualdad sexual nunca podrían haberse formado; hubiera sido sólo cuestión de atrapar a los criminales organizados (“¿y quién podría objetar la lucha contra el crimen organizado?”). Si el nivel de vigilancia de hoy en día hubiera existido en la década de 1950 y los 60, la homosexualidad todavía sería ilegal y los homosexuales serían criminales por su nacimiento. Es una necesidad absoluta tener la posibilidad de romper leyes injustas para que la sociedad progrese y ponga en duda sus propios valores, para que pueda aprender de sus errores y progresar como sociedad.
Cuatro – La privacidad es una necesidad humana básica: insinuar que sólo la gente deshonesta necesita privacidad ignora una propiedad básica de la psiquis humana, y envía un escalofriante mensaje de fuerte disconformidad. Tenemos una necesidad fundamental de privacidad. Yo aseguro la puerta cuando voy al baño de hombres, a pesar de que nada secreto ocurre allí: sólo deseo mantener esa actividad para mi mismo, tengo una necesidad fundamental de hacerlo, y cualquier sociedad debe respetar esa necesidad fundamental de privacidad. En cada sociedad que no lo hace, los ciudadanos han respondido con subterfugio y creado sus propias áreas privadas fuera del alcance de la vigilancia del gobierno, no porque sean criminales, sino porque hacerlo es una necesidad humana fundamental.
Finalmente, podría observarse que este argumento es también comúnmente utilizado por las autoridades para promover la vigilancia y la censura, mientras se rechazan la transparencia y la libertad de expresión. Aquellos que quieran divertirse un poco pueden jugar la carta reversa como se ilustra en Saturday Morning Breakfast Cereal.
La próxima vez que oigas a alguien decir “si no tienes nada que temer, no tienes nada que ocultar”, diles que es un argumento absolutamente falso y peligroso, y enséñales este artículo.