Historia del Copyright, parte 6: Secuestrado por la industria fonográfica

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Durante la mayor parte del siglo 20, una batalla causó importantes estragos entre los músicos y la industria discográfica. Durante la mayor parte del siglo, los músicos eran considerados parte importante en la legislación y en el sentido común. Sin embargo, la industria discográfica prefiere ver la música corporativamente. La intervención activa por parte del régimen auto-declaradamente facista en Italia inclinó la balanza en esa dirección.

El debate sobre el copyright en el siglo 20 estuvo caracterizado por la música y no por los libros, al contrario de lo que ocurrió en los siglos anteriores. En 1930, dos cambios fundamentales afectaron a los músicos: la Gran Depresión y el cine con sonido, que causó que muchos músicos perdieran sus empleos.

En esa coyuntura, otras dos iniciativas ocurrieron en paralelo. Los sindicatos de músicos intentaron garantizar ingreso y sustento a las personas que estaban desempleadas o “quedaron redundantes”, como se dice hoy en el lenguaje corporativa. Sindicatos de todo el Occidente estaban preocupados con la diseminación de la “música mecánica”: cualquier tipo de música que no es tocada en vivo y por lo tanto no necesita músicos. . Los sindicatos querian algun poder sobre la tecnologia de grabación, y el tema fue planteado a través de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), (antecesora de la agencia de la ONU con el mismo nombre).

Al mismo tiempo, la industria fonográfica intentaba apropiarse de los métodos de grabación y reproducción, de la radio y de los músicos. Pero el mundo político y corporativo, en aquella época, consideraba a esa industria apenas como un intermediario que contrataba los servicios de los músicos. Si quisiesen continuar administrando sus negocios, tornándose buenos prestadores de servicios, o entonces quebrar intentándolo, nadie pensaba que valian algo más de lo que valía cualquier otro servocop. Nadie, con una excepción:

La Italia facista.

(Esta palabra, facista, está cargada de emoción hoy. En aquél tiempo, el regimen italiano se autodeclaraba facista. Estoy usando la palabra para describirlos exactamente como ellos lo hacían.)

En 1933, la industria fonográfica fue invitada, por la Confederazione Generale Fascista dell’Industria Italiana, para participar de una conferencia en Roma. En este evento, celebrado entre los días 10 y 14 de noviembre de aquél año, fue formada una federación internacional de la industria fonográfica, que seria más tarde conocida por sus siglas IFPI. Fue decidido, en la convención, que la IFPI trataria de trabajar dentro de la Convención de Berna para intentar establecer, para los productores, derechos semejantes a los de los artistas y músicos (que siempre fueron vendidos a editoriales).

La IFPI continó reuniéndose en países que apoyaban su agenda corporativa. El encuentro siguiente fue en la ciudad italiana de Stresa. Incluso en el medio de la turbulencia que se abatió sobre el mundo después de 1935, Italia consiguió promulgar los derechos corporativos de la industria fonográfica en 1937.

Negociar un monopolio paredicido al del copyright, que fuese incluído en la Convención de Berna y, por lo tanto, tuviese validad internacional, era demasiado tentador para la industria fonográfica. Así, después de la guerra, la IFPI se reunió en Portugal, un país para-facista en 1959. Italia ya no era apropriada. La conferencia preparó un proyecto de ley que les daria un monopolio identico al del copyright, llamado “derecho conexo”, para producir e imprimir obras creativas como la música. Ese monopolio seria practicamente identico al monopolio comercial del copyright para la fijación (la grabación) de obras creativas.

Los derechos conexos fueron ratificados por la BIRPI (actual Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, OMPI) en 1961, en la llamada Convención de Roma, y dieron a la industria fonográfica monopolios identicos a los del copyright. Al mismo tiempo, el intento de la OIT de darle a los músicos monopolios similares nació, disminuypi, y fracasó.

Desde 1961 la industria fonográfica defiende ardorosamente al copyright, independientemente de no tener un monopolio de copyright, sino apenas un monopolio identico llamado “derecho conexo”.

Recordemos dos cosas en este punto:

Primero, la industria fonográfica confunde a propósito los tipos de monopolio. Continua defendiendo “su copyright”, un tipo de copyright que no posee, y habla con nostalgia sobre como el monopolio del copyright fue creado, con gran sabiduria, en los albores de la ilustración (insertar un atardecer y gatitos aqui), refiriéndose al Estatuto de Ana en 1709, que no fue el primer copyright. En verdad, los monopolios de derechos conexos fueron creados en países facistas (literalmente!) en una Europa signada por el militarismo, y solamente en 1961. Estos monopolios fueron cuestionados desde el día de su creación y ciertamente no son el producto de ninguna sabiduria iluminista.

En segundo lugar, quedamos a un pelo de considerar a los sellos discográficos como oficinas de servicios para los músicos, si la OIT no hubiera fracasado, en vez de la fuente de presión para los músicos en que ellos se transformaron en las últimas décadas. Ese seria el caso si dos gobiernos facistas — en el sentido literal de la palabra — no hubiesen dado su apoyo para que la industria fonográfica se tornara una corporación y se convirtiera en una industria del copyright.

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Rick Falkvinge

Rick is the founder of the first Pirate Party and a low-altitude motorcycle pilot. He lives on Alexanderplatz in Berlin, Germany, roasts his own coffee, and as of right now (2019-2020) is taking a little break.
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