Ayer fue el día nueve en el juicio de Anders Breivik, el hombre detrás de los eventos en Oslo y Utaya en julio pasado. Y en concordancia con lo expresado por su Primer Ministro, más de 40,000 ciudadanos se manifestaron fuera de la corte de una manera que asustaría a todo futuro terrorista – sin tener miedo.
El miedo provoca que la gente haga cosas extrañas. Cuando EEUU fue atacado en 2001, el miedo hizo actuar a la gente como lemmings, saltando del barranco del interés propio, buscando alguna percibida noción de ‘seguridad’. Cuando Londres fue bombardeada en 2005, el hecho fue usado como una excusa para reforzar la ya excesiva cultura de vigilancia, dándole aún más poderes a la policía, a pesar que el ataque no fue peor que los ataques terroristas irlandeses de las décadas pasadas.
Entonces, cuando las bombas explotan en el centro de Oslo, seguidas de matanza a manos de armas automáticas en Utaya, en un país con escasa historia de acciones terroristas, va a haber una reacción masiva, ¿no? Miedo, pánico, gente demandando que el gobierno haga algo, LO QUE SEA para prevenir que estos ataques se repitan.
De ningún modo. Como observé en julio pasado, la reacción de Jens Stoltenberg, Primer Ministro de Noruega, fue prometedora; “Todavía estamos conmocionados por lo que nos golpeó, pero nunca entregaremos nuestros valores. Nuestra respuesta es más democracia, más apertura y más humanidad, pero nunca ingenuidad.”, ¿pero era esto típico del típico ciudadano noruego? Parecería serlo. Una chica entrevistada en CNN dijo “Si un hombre puede mostrar tanto odio, piensa cuánto amor podríamos mostrar, maniteniéndonos unidos.” Una semana después 200,000 personas participaron en una marcha de flores.
Por supuesto, las emociones estaban caldeadas en ese momento, entonces ¿Qué pasó después? Han pasado un poco más de 9 meses desde el incidente, y la lluvia de pena y perdón ha sido lavada a lo largo del tiempo, seguramente, ¿dejando venganza e ira en su lugar? Aparentemente no.
A pesar de las provocaciones, incluyendo saludos de puño al entrar en la corte durante los primeros días, los ánimos estaban sorprendentemente iguales. No había enojo, furia, arrebatos irracionales de violencia o necesidad de procedimientos especiales. Todo ha sido muy… CIVILIZADO.
Nada ha demostrado esto más que los eventos de ayer (26 de abril de 2012) cuando una multitud de 40,000 personas se reunieron en las afueras de la corte de justicia. No estaban ahí para protestar, gritar slogans o realizar demandas, como esperarías que lo hicieran en EEUU o el Reino Unido. En vez de eso, cantaron una canción,
Barn av Regnbuen (Hijos del Arcoiris), la cual Breivik había asegurado que había sido usada para lavarle el cerebro a los niños. Fue un conmovedor y doloroso insulto a Breivik, mostrando clase en desmesura.
Compara esto con los EEUU. Casi 11 años después del 11/9, el autoproclamado cerebro detrás del ataque – Khalid Shaikh Mohammed – todavía espera juicio. A pesar de estar en una prisión militar por más de 5 años, y de haber sido acusado hace 3 años, todavía espera algún tipo de jucio. Había un plan para llevar a cabo el caso en una corte de Nueva York, en 2009, pero luego la Política se involucró, la Política del Miedo.
Un efecto dominó de gente predicando miedo y ‘preocupaciones por la seguridad’ desembocó en el Presidente decidiendo que en vez de un caso judicial, frente a un juez, él sería juzgado ante un tribunal militar – un sistema preparado después del 11/9 en algún retorcido deseo de venganza – en Cuba. El ‘juicio’ está programado para comenzar en dos semanas.
Para un país que se enorgullece de ser la tierra de la libertad y el hogar del valiente, cuyos documentos fundadores hablan fuertemente de Justicia, y un juicio rápido por los pares de uno (6° Enmienda) como debido proceso (5° Enmienda) bajo igual protección de la ley (14°), ciertamente han perdido la trama.
Los EEUU necesitan echarse un buen vistazo a sí mismos, y quizás aprender una lección o dos de Noruega, donde, a pesar del mayor impacto del ataque allí (1 de cada 4 (noruegos) en Noruega conocían a alguien directamente afectado por el ataque), especialmente con políticos como blancos principales, las cosas han seguido bastante iguales. 11 hombres usaron trinchetas y billones fueron invertidos en ‘seguridad‘, un hombre usó bombas y armas automáticas y no hubieron exabruptos.
Noruega demuestra que el camino efectivo para tratar con el terrorismo no es abandonando la privacidad, espiando a los ciudadanos, o volcándose a la manifiesta barbarie. Como el Reino Unido hizo en los ’80 y en los ’90, debería tratarse como un crimen, sin el veneno especial que sólo sirve para criar más violencia y odio. Se necesita una persona fuerte para reaccionar con inteligencia, pero sólo un tonto secuaz para reaccionar con miedo y enojo. Lamentablemente, las cosas no van a mejorar en los EEUU hasta que los políticos allí crezcan, y eso podría tardar verdaderamente un buen tiempo, ya que el partido Republicano promociona plataformas similares a las de Breivik en sus campañas. Es suficiente para hacerte llorar.